Entrevista a Benito Cabrera (Timplista)

Publicada en el nº 5 (septiembre 2020) en la Revista Tamasma Cultura en la sección «Hablando de amigos…»

Con Benito Cabrera en los Sangineles de Lanzarote

Nuestro timplista más universal, Benito Cabrera, nace en Venezuela en el año 1963, pero a muy temprana edad traslada su residencia a Lanzarote y es, cuando comienza sus estudios en la Universidad de La Laguna, cuando fija su domicilio en la isla de Tenerife. Tropecientas colaboraciones y 12 discos avalan su brillante trayectoria. Este humilde comunicador tuvo el placer (y el honor) de escribir el guion del videoclip de su canción “Tiempo de Cerezas” y, posteriormente grabé en su estudio una versión del jingle de una cadena de supermercados para la que yo dirigía los spots de publicidad para TV. Años ya, de respeto artístico.

L.A.S.: Mi admirado amigo, nuestras vidas son muy paralelas. No nos llevamos ni un año y yo también vine de pequeñito a vivir al “paraíso”. ¿Ha marcado en el mestizaje de tu obra el haber nacido fuera?
B.C.: En realidad, nunca fui consciente de haber “nacido fuera”. Desde los tres años me afinqué en Lanzarote y no tengo apenas recuerdos de la Caracas en la que nací. Evidentemente, lo que sí habrá influenciado es el hecho de ser hijo de emigrantes. Mis padres hablaron de Venezuela hasta sus últimos días. 

L.A.S.: En aquellos comienzos, ¿Por qué fue el timple y no la batería o la guitarra? Esta me da que es la primera vez que te la preguntan.
B.C.: Pues no fue el timple el instrumento con el que empecé. Fue la guitarra. El timple vino mucho más tarde, casi como un accidente.  Al final, logró atraparme como elemento para expresarme, pero estuve muchos años estudiando primero guitarra. 

L.A.S.: ¿Recuerdas donde fue la primera vez que actuaste en público, pero en escenario? ¿Dónde? ¿recuerdas la sensación?
B.C.: La primerísima vez fue con 11-12 años. En el Estadio Avendaño Porrúa de Arrecife. En un encuentro de grupos musicales de los diferentes centros escolares de la isla. Llevaba unos meses aprendiendo con el que había sido mi maestro en la escuela: Baldomero Cancio. Me puse muy, muy nervioso. Toqué el Romance Anónimo con la guitarra. Creo que nadie se enteró de lo que había tocado (me pusieron un micrófono y no se oía mucho).

L.A.S.: Jaja, en ese estadio también “actué” yo, cuando era futbolista. Y desde ahí, a componer el himno oficial de la Comunidad Autónoma de Canarias. Ahí es ná. A mi me emociona “Uno sobre el mismo mar”. ¿trabajaste por encargo o es muy Benito Cabrera la canción?
B.C.: Una sobre el mismo mar no fue un encargo. En realidad, fue una propuesta. La hice y la presentamos a ver si el Gobierno de Canarias quería difundirla. No hubo ninguna consigna. Hice exactamente lo que quería contar en aquel momento. 

L.A.S.: Pues, “chapeau”. Tus conciertos son muy heterogéneos. Te podemos ver en festivales de mestizaje de culturas como el Womad o actuando con toda una orquesta de cámara. ¿Disfrutas más los conciertos de masas o los íntimos?
B.C.: Todos los conciertos son igual de importantes y cada ámbito te aporta algo. Obviamente, no había imaginado en mis comienzos que podría estar de solista con una sinfónica ante 20.000 personas, por lo que ese tipo de propuestas siempre son significativas por lo que suponen de inusitado para un timplista. Pero disfruto mucho de los espacios pequeños, con poco público, donde la comunión con los que escuchan siempre es más cómplice. 

L.A.S.: Y como todo hay que decirlo, has actuado hasta en el Carnegie Hall de Nueva York. Ahí no actúa el que quiere, si no el que puede. Cuéntame cómo es la sensación, cuando entras por su puerta la primera vez.
B.C.: Ver un cartel tuyo por la Quinta Avenida de Nueva York anunciando que tocas en el Carnegie es una sensación de irrealidad difícil de describir. Entrar por la puerta de aquel templo tan lleno de karma, estar en la Sala de Recuerdos y ver los autógrafos de The Beatles, Einstein o María Callas… en fin, no te lo acabas creyendo. Luego, encima del escenario, es igual que cuando tocas en cualquier pueblito perdido de cualquiera de nuestras islas. En ese momento nunca hago distinciones. No existen públicos. Para mí, siempre es “el público”. Tuve que recordarme varias veces a mí mismo dónde estaba para paladear el momento. Fue un sueño cumplido que no creí que jamás pudiera alcanzar. 

L.A.S.: Hablando de sueños, ¿Cuál es el sueño o meta que más te motivaría conseguir?
B.C.: Hace mucho que aprendí que el éxito es no parar de tener proyectos. Mi sueño es no perder ese impulso de estar siempre inventando metas.

L.A.S.: Si eres buen cocinero, ¿con que plato sorprendes a los invitados a una cena en tu casa? Y si no, ¿Qué te gusta que te cocinen?
B.C.: No soy buen cocinero, pero disfruto mucho entre fogones. El plato varía mucho cuando tengo invitados, porque me gusta inventar mucho también en la cocina. Creo que le tengo pillado el punto a los risottos. También me gusta, cuando tengo invitados, tirar de un clásico de larga cocción, como unas carrilleras o una buena carne al punto con una demi glace trabajada por horas. 

L.A.S.: Ahora buscaré los que es el “demi glace” en el diccionario. Tu último disco “Espirales”. ¿Qué aporta al conjunto de tu obra?
B.C.: Aporta continuidad y un sonido muy honesto. Lo grabamos casi como un falso directo, para ofrecer un repertorio que hacía en ese momento. 

L.A.S.: Y mi última pregunta para los entrevistados es ¿Qué consejo le darías a los jóvenes que se quieran dedicar a la música, para que elijan el timple?
B.C.: El timple es un instrumento singular, aún poco explotado, pero lo suficientemente avanzado para que no empieces -como hice yo- casi de cero. Como guitarrista, jamás hubiera dado conciertos en tantos países o salas de la relevancia del Konzerthaus de Berlín o la Mirbach de Bratislava (por citar algunas). Hay guitarristas, violinistas o pianistas de gran altura por todo el mundo. Timplistas somos, aún, muy pocos. 

L.A.S.: Gracias, amigo por este ratito. La última vez que nos vimos fue en “tu” Lanzarote (de ese día es esa foto que ilustra la entrevista). Yo presentaba en las Fiestas de San Ginés mi musical sobre “La Movida Madrileña” y tú preparabas prueba de sonido para el día siguiente. Nos vemos muy de año en año, pero valoro que siempre que lo hacemos no te falta tiempo para un abrazo y una sonrisa. Me encanta la gente así. Eres una artistazo y un gran compañero al que seguir admirando.

B.C.: ¡Muchas gracias a ti! Abrazo fuerte.

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